Es sabido que Ananda era el más amable y cariñoso de todos los discípulos de Buda Gautama, sirvió como su custodio personal por los últimos veinte años, o más, que aquél vivió. Él atendía las necesidades personales del Buda, en ocasiones lo representaba, memorizaba los discursos de Buda y repetía estos discursos en su ausencia, y además, le servía como mensajero. Bueno, tenía mucho que hacer, de hecho, no tenía tiempo para su propia práctica.
Así, para la muerte de Buda, Ananda aún no había alcanzado la iluminación. Cuando Buda estaba agonizando, Ananda lloró, en vez de aceptar lo inevitable con tranquilidad, como las personas iluminadas tratan de hacer.
Después que Buda muriera, Ananda tuvo tiempo para dedicar a su propia práctica. En aquella época otros de los principales discípulos de Buda, organizaban el Primer Consejo Budista, una reunión de todos los monjes budistas para ordenar y consolidar todas las Enseñanzas de Buda.
Ananda quería alcanzar la iluminación para cuando se efectuara este consejo. Así, cada día meditó estrictamente. Pero el día anterior al consejo todavía no parecía estar siquiera cerca de su iluminación.
Esa noche, Ananda lo intentó duramente, pero de todas maneras no conseguía llegar a ninguna parte. Ya era muy tarde, y al final se dijo, "me relajaré y trabajaré para la iluminación después del consejo. No necesito apurarme ahora".
Pensando así, se acostó para descansar. En el momento que su cabeza tocó la almohada, él se iluminó.
Así, para la muerte de Buda, Ananda aún no había alcanzado la iluminación. Cuando Buda estaba agonizando, Ananda lloró, en vez de aceptar lo inevitable con tranquilidad, como las personas iluminadas tratan de hacer.
Después que Buda muriera, Ananda tuvo tiempo para dedicar a su propia práctica. En aquella época otros de los principales discípulos de Buda, organizaban el Primer Consejo Budista, una reunión de todos los monjes budistas para ordenar y consolidar todas las Enseñanzas de Buda.
Ananda quería alcanzar la iluminación para cuando se efectuara este consejo. Así, cada día meditó estrictamente. Pero el día anterior al consejo todavía no parecía estar siquiera cerca de su iluminación.
Esa noche, Ananda lo intentó duramente, pero de todas maneras no conseguía llegar a ninguna parte. Ya era muy tarde, y al final se dijo, "me relajaré y trabajaré para la iluminación después del consejo. No necesito apurarme ahora".
Pensando así, se acostó para descansar. En el momento que su cabeza tocó la almohada, él se iluminó.
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