Siempre que alguien le preguntaba acerca del Zen, el gran maestro Gutei lentamente levantaba un dedo en el aire. Un muchacho en la aldea comenzó a imitar esta conducta. Siempre que oía a la gente hablar de las enseñanzas de Gutei, interrumpía la discusión y levantaba su dedo. Gutei oyó hablar de la travesura del muchacho. Cuando lo vio en la calle, lo agarró y le cortó su dedo. El muchacho gritó y comenzó a huir, pero Gutei le llamó. Cuando el muchacho se dio vuelta para mirar, Gutei levantó su dedo en el aire. En ese momento el muchacho se iluminó.
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